lunes, 28 de octubre de 2013

Ayer y hoy en la literatura erótica

Hace ya casi dos años que 50 sombras de Grey, la trilogía que llevó a la autora británica E.L James a la fama, prorrumpió en España. Por todas partes podíamos ver defensores (o defensoras, principalmente) de Grey y sus aventuras, especialmente a las que consideramos comúnmente como famosas, que solían gritar a los cuatro vientos en cualquier revista de moda que el libro en cuestión se había convertido en su "obra de cabecera", queriendo demostrar con ello amplitud de mente, transgresión, o vaya usted a saber el qué. Tampoco faltaron los detractores, que defendían principalmente la buena literatura, y aseguraban que el libro de la señorita James, en cuestión, no formaba parte de este parámetro. 





Después llegó aún más polémica. El boca a boca hizo que todas las mujeres quisieran leer acerca de Grey y su mojigata compañera de cama, Anastasia Steele. La industria de Hollywood, siempre tan avispada, adquirió los derechos para llevar el libro al cine, pudiendo así comprar un público más amplio (siempre hay algún aletargado que prefiere esperarse a la película). Y más polémica. En enero, en Alemania, escuchábamos la noticia de que una joven de 28 años moría accidentalmente tratando de imitar con su novio las prácticas sadomasoquistas expuestas en el libro. Entonces se puso el grito en el cielo, se tachó al librito de amoral, los sadomasoquistas aseguraron que la personalidad de Steele (una joven virginal e inocente) no se correspondía en absoluto con el de la mujer que suele dedicarse a estas prácticas. Y, paralelamente, este tipo de prácticas (el bondage, el masoquismo, etc.) han dejado de ser tabú en nuestra sociedad, parece que ahora todo el mundo quiere dedicarse a ello, como si de una moda se tratase y no de una práctica sexual que puede llegar a ser peligrosa. Pon un Christian Grey en tu vida, sería el lema, en una época en la que, por otro lado, la mujer más que nunca clama por sus derechos y se aboga por el feminismo. Algo contradictorio.



Lo más curioso de todo este asunto es que 50 sombras de Grey es sólo un libro más en una larga lista de literatura erótica a través de los tiempos. Desde la casta y virginal Justine, del Marqués de Sade, a El amante de Lady Chatterley, de David Herbert Lawrence, pasando por Apollinaire, o, incluso aquí en España, tenemos Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, que también trata este tema, ahora tan manido, del sadomasoquismo. Muchas de ellas, en su día, fueron un escándalo bastante mayor que el que hayan podido producir las 50 sombras, hoy han caído en el olvido y pocos las recuerdan. Con el libro de James, que, al fin y al cabo, es una moda pasajera, sucederá lo mismo. Tiempo al tiempo.

Ada Nuño Barrau

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