miércoles, 30 de octubre de 2013

Mujeres indígenas y medios de comunicación.

La mujer ha debido luchar desde tiempos inmemoriales por tener un sitio digno en la sociedad, fuera cual fuera la época, nacionalidad o estatus. El hombre ha sabido crear y fomentar un estilo de vida patriarcal, donde la figura femenina queda relegada a un segundo plano, siendo una mera sombra de su padre, marido, hermano o tutor.

Es cierto que en la actualidad existen un sinfín de leyes que aseguran la igualdad entre los dos géneros, pero todos sabemos que a la hora de la verdad sigue abierto un abismo enorme entre hombres y mujeres, ya no solo en cuestión de temas laborales, educativos, sanitarios, etc. sino también a nivel comunicacional, es decir, cómo los medios de comunicación proyectan la imagen de la mujer.

Si todo esto lo extrapolamos a una zona geográfica: Latino América, y a un grupo social: las mujeres indígenas, comprobaremos que la discriminación sigue a flor de piel.

Gracias a un análisis realizado en 2008 en los principales medios de comunicación de Perú, Ecuador y Bolivia, se pone de manifiesto la segregación que sufre el colectivo de mujeres indígenas. Algunos de los datos que arroja este estudio son los siguientes: de 330 noticias analizadas en televisión solo 8 hablan sobre mujeres indígenas, de 538 locuciones de radio, 17 están dedicadas a este colectivo y tan solo 13 de 1561 noticias de prensa escrita las hacen mención.


 Imagen que dio la vuelta al mundo de una mujer indígena dando a luz en el suelo.


¿A qué conclusión llegamos? Los medios de comunicación contribuyen a crear una identidad de género desfavorable a las mujeres indígenas, consolidan el pensamiento patriarcal, las estereotipan y promueven un lenguaje sexista y racista.

La tasa de analfabetismo entre las mujeres indígenas es muy elevada, por lo que las mantienen marginadas al no poder leer la prensa. Este hecho fomenta que la mujer no denuncie su situación, ni laboral ni personal, por lo tanto son mínimas las noticias que tratan sobre explotación, agresiones, situación sanitaria, etc., y las que sí, lo hacen de forma sensacionalista, denigrando a la mujer indígena o simplemente valorándola como una parte más del folklore del país en cuestión.


 Mujeres indígenas.


Para luchar contra este sistema de comunicación patriarcal y racista, numerosos colectivos de mujeres indígenas se están pronunciando, exhibiendo vídeos de denuncia contra los abusos policiales, manifestándose en contra de las leyes civiles las cuales no les tratan como un ciudadano más, ofreciendo apoyo a otras mujeres, dando charlas y seminarios a grupos minoritarios, etc. 


Un nuevo movimiento feminista ha nacido para pedir el reconocimiento de las mujeres indígenas, no solo en los medios de comunicación sino a nivel global.

Carabinero golpea a una mujer de etnia mapuche en la región de la Araucanía, Chile. (EFE)



Natalia Torrijos Carvajal.

lunes, 28 de octubre de 2013

Ayer y hoy en la literatura erótica

Hace ya casi dos años que 50 sombras de Grey, la trilogía que llevó a la autora británica E.L James a la fama, prorrumpió en España. Por todas partes podíamos ver defensores (o defensoras, principalmente) de Grey y sus aventuras, especialmente a las que consideramos comúnmente como famosas, que solían gritar a los cuatro vientos en cualquier revista de moda que el libro en cuestión se había convertido en su "obra de cabecera", queriendo demostrar con ello amplitud de mente, transgresión, o vaya usted a saber el qué. Tampoco faltaron los detractores, que defendían principalmente la buena literatura, y aseguraban que el libro de la señorita James, en cuestión, no formaba parte de este parámetro. 





Después llegó aún más polémica. El boca a boca hizo que todas las mujeres quisieran leer acerca de Grey y su mojigata compañera de cama, Anastasia Steele. La industria de Hollywood, siempre tan avispada, adquirió los derechos para llevar el libro al cine, pudiendo así comprar un público más amplio (siempre hay algún aletargado que prefiere esperarse a la película). Y más polémica. En enero, en Alemania, escuchábamos la noticia de que una joven de 28 años moría accidentalmente tratando de imitar con su novio las prácticas sadomasoquistas expuestas en el libro. Entonces se puso el grito en el cielo, se tachó al librito de amoral, los sadomasoquistas aseguraron que la personalidad de Steele (una joven virginal e inocente) no se correspondía en absoluto con el de la mujer que suele dedicarse a estas prácticas. Y, paralelamente, este tipo de prácticas (el bondage, el masoquismo, etc.) han dejado de ser tabú en nuestra sociedad, parece que ahora todo el mundo quiere dedicarse a ello, como si de una moda se tratase y no de una práctica sexual que puede llegar a ser peligrosa. Pon un Christian Grey en tu vida, sería el lema, en una época en la que, por otro lado, la mujer más que nunca clama por sus derechos y se aboga por el feminismo. Algo contradictorio.



Lo más curioso de todo este asunto es que 50 sombras de Grey es sólo un libro más en una larga lista de literatura erótica a través de los tiempos. Desde la casta y virginal Justine, del Marqués de Sade, a El amante de Lady Chatterley, de David Herbert Lawrence, pasando por Apollinaire, o, incluso aquí en España, tenemos Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, que también trata este tema, ahora tan manido, del sadomasoquismo. Muchas de ellas, en su día, fueron un escándalo bastante mayor que el que hayan podido producir las 50 sombras, hoy han caído en el olvido y pocos las recuerdan. Con el libro de James, que, al fin y al cabo, es una moda pasajera, sucederá lo mismo. Tiempo al tiempo.

Ada Nuño Barrau

lunes, 21 de octubre de 2013

Esto empieza y yo me apunto

Entre el buen comer y el sexo anda el mundo

Dicen los jóvenes que el sexo es divertido, pero a mi me lo vendieron como si se tratara de unas agujas de ganchillo que te compras una vez en la vida y usas para tejer los gorros de todo el que venga, hijos y nietos.

Comentan también que la sexualidad hay que descubrirla una misma para entenderla, a mi me la descubrieron y todavía no se si de la mejor forma, pero esto es como el que toda su vida comió lentejas y nunca probó el chuletón, no lo echa ni una mieja en falta.

Me aseguran estas cuatro mozas, que ni aun siquiera son de fiar, que ellas pueden descubrirme el sexo de una forma amena y sin resultar grosero, espero que tampoco sean demasiado cortadas, ya veo eso cada día en casa cuando la niña, de ocho años, se levanta en mitad del beso de tornillo de los protagonistas.

Y yo espero, mientras que me releo por cuarta vez las sombras de un señor inglés, que alguna me levante las posaderas del sofá con la novela de las cuatro y me haga encender el ordenador para algo más que ver las recetas de la Mariló repetidas, me de afrodisíacos de comer y unas cuantas carcajadas entre masa de croqueta y lomo frito.

Nos veremos cada domingo, después de misa de 12, y hablaremos de lo que ellas cuentan, a ver si por lo menos nos enseñan algo nuevo. 



La de las Flores, la Marce.





 Irene Pérez Nova.

(con Fátima Moreno, Ada Nuño y Natalia Torrijos)